l concepto golpe de Estado (coup d'État) comenzó a ser empleado en Francia en el siglo XVIII, para referirse a una serie de medidas violentas y repentinas tomadas por el Rey, sin respetar la legislación ni las normas morales, generalmente para deshacerse de sus enemigos, cuando el Rey mismo consideraba que eran necesarias para mantener la seguridad del Estado o el bien común.[3] En este sentido original, el concepto era muy similar a lo que se denomina en la actualidad "autogolpe", es decir el desplazamiento de ciertas autoridades del Estado, por parte de la autoridad suprema.
El término se fue ampliando a lo largo del siglo XIX para significar la acción violenta de un componente del Estado, por ejemplo, las fuerzas armadas, con el fin de desplazar a la cabeza del mismo. El concepto se superpuso entonces, y a la vez se diferenció, del de "revolución", caracterizado sobre todo por estar principalmente organizado por civiles ajenos al Estado.
Ya en el siglo XX, en 1930 apareció el libro Tecnica del colpo di Stato (Técnica del Golpe de Estado) de Curzio Malaparte, que impondría el uso generalizado del concepto, básicamente en su acepción moderna, a partir del análisis crítico de las acciones del fascismo y el nazismo. Malaparte aplica el concepto del golpe de Estado no sólo a una operación ejecutada por integrantes del Estado, sino también por poderes civiles, que -mediante la desestabilización del gobierno a través de acciones orientadas a generar caos social- provocan su caída y acceden al poder.
Para Malaparte, la diferencia sustancial del concepto de golpe de Estado con los de "guerra civil" y "revolución" es esencialmente el uso de la sorpresa y la escasa duración relativa de las operaciones, reduciendo "al mínimo el tamaño y la intensidad de la confrontación armada".[3]
En 1962, Samuel Finer escribió otro libro importante para la conceptualización del golpe de Estado: "The Man on Horseback: The Role of the Military in Politics" (tit. trad. Los militares en la política mundial).[4] La edición original de Finner fue ampliada en 1975 (Peregrine Books) y en 1976 (Penguin Books); en 1988 se realizó también una edición publicada por Westview Press.
Finner, pensando en los militares, distingue cuatro niveles de presión sobre el Estado, de los cuales considera legítimo sólo al primero:
- Presión sobre el gobierno o los parlamentarios, para influir a favor de sus intereses;
- Reclamos al gobierno o el parlamento bajo aviso de que, en caso de no ser aceptados, procederán a realizar acciones dañinas. Finner considera este nivel como extorsión ilegítima. Aún sin que el gobierno cambie, Finner sostiene que esta situación podría dar lugar a un "golpe de Estado tácito", en la que el gobernante toma las decisiones que le impone el grupo de presión.
- Uso de la violencia o amenaza de violencia para reemplazar al gobierno civil, por otro gobierno civil.
- Uso de la violencia o amenaza de violencia para reemplazar al gobierno civil, por un gobierno militar.[5]
Diferencias y similitudes con otros conceptos emparentados
El concepto de "golpe de Estado" está emparentado con otros conceptos relacionados con trastornos del poder político, como los de revuelta, motín, rebelión, revolución o guerra civil. Estos términos se utilizan de ordinario con poca propiedad o con intenciones propagandísticas o de desinformación. En el transcurso de los procesos históricos, estos fenómenos no suelen presentarse en forma pura, sino combinados entre sí.- Golpe de Estado y revolución. Una revolución, en la Ciencia Política, es un cambio social profundo y relativamente veloz, que usualmente -aunque no necesariamente- implica confrontaciones violentas entre sectores. Una revolución puede combinarse, y suele suceder, con uno o más golpes de Estado, cuando las autoridades legales son desplazadas por medios ilegales, sean estos evidentes o manteniendo una apariencia de legalidad.
- Golpe de Estado y guerra civil. Una guerra civil es un enfrentamiento militar generalizado y extendido en el tiempo, entre dos bandos de una misma sociedad. Se diferencia del golpe de Estado, sobre todo, por su duración, ya que el golpe de Estado es repentino y de corta duración (horas, a veces pocos días).
- Golpe de Estado, rebelión y motín. Muchas veces los golpes de Estado han tomado la forma de sublevaciones o rebeliones militares. En estos casos deben ser distinguidos del "motín", ya que éste es una desobediencia colectiva de un grupo de militares frente a sus mandos naturales, que no tiene como fin derrocar al gobierno, ni establecer determinadas políticas o cambios institucionales.
- Golpe de Estado y revueltas. Los trastornos institucionales suelen ir acompañados de revueltas, en parte provocadas intencionalmente y en parte espontáneas, en las cuales muchedumbres ocupan los espacios públicos, desafiando la autoridad de los poderes establecidos, a veces de manera violenta. Las revueltas generan situaciones de caos social, que pueden ser aprovechadas tanto por quienes impulsan los golpes de Estado, como por quienes buscan defender el poder establecido.